miércoles, 30 de abril de 2008

Las Letanías de SatáN


Oh, tú…

El más sabio y el más hermoso de los Ángeles,
Dios traicionado por la suerte
y privado de toda alabanza.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Príncipe del exilio, que padece injusticia,
y que, aunque vencido, te levantas mas fuerte.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tú que lo sabes todo, rey de lo subterráneo,
familiar curador de la angustia humana.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tú que, aun a los leprosos y a los parias malditos
despiertas, por amor, el gusto al Paraíso.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.
Tú que das al proscrito esa mirada calma
que, en torno a un patíbulo, condena a todo un pueblo.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tú que sabes en que rincones de tierras envidiadas
encierra el Dios las piedras más preciadas.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tú, cuya mirada conoce los profundos arsenales
donde duerme sepultado el pueblo de los metales.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tú, cuya larga mano oculta los precipicios
al sonámbulo que camina errante al borde de los edificios.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tú, que mágicamente, suavizas los duros huesos
del borracho empedernido pisado por los caballos.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tú que, para consolar al hombre frágil que sufre,
nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tu que imprimes tu marca, oh cómplice sutil,
en la frente de Creso despiadado y vil.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Tú que pones en los ojos y en el corazón de las jóvenes
el culto de las llagas y el amor por los andrajos.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Báculo de exiliados, lámpara de inventores,
confesor de colgados y de conspiradores.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Padre adoptivo de aquellos, a quienes en su negra cólera
arrojó del paraíso terrenal el Dios Padre.

Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria.

Charles Baudelaire.

martes, 15 de abril de 2008

Que Terriblemente Absurdo es Estar Vivo


Lo absurdo no libera, no liga.

No autoriza todos los actos.

Todo esta permitido no significa que nada esté prohibido.

Lo absurdo da solamente su equivalencia a las consecuencias de esos actos. No recomienda el crimen, eso sería ingenuo, pero restituye al remordimiento su inutilidad. Del mismo modo, si todas las experiencias son indiferentes, la del deber es tan legítima como cualquier otra...

Júzguenme por ahorcarme en nostalgia, la prefiero a ella, su coraje y razonamiento.

El primero me enseña a vivir sin apelación y a contentarme con lo que tengo; el segundo, me enseña mis límites. Seguro de mi libertad a plazo, de mi rebelión sin porvenir y de mi conciencia perecedera, prosigo en la aventura del tiempo, exponiendo mi visión nihilista y sin esperanza de la condición humana y más que nada de mi condición, atrapado por el tiempo, los hombres no pueden olvidar que la vida no es eterna y que el tiempo, del que no se separa caracteriza la absurdidad de la vida. El único pensamiento que no es mentiroso es, por tanto, un pensamiento estéril.

En este mundo absurdo, el valor de una noción o de una vida se mide por su infecundidad.

lunes, 7 de abril de 2008

Érase una vez...


En una cabaña en ruinas, yace el Dios, el Dios que se mata s sí mismo, vomita sangre al tiempo que se lacera con una navaja… Tras una larga agonía de espasmos y excremento, la Madre Tierra emerge del cadáver, puta y virgen como todas las mujeres, para fecundarse con el semen del Dios muerto. El fruto de esta unión-incesto es el Hijo de la Tierra - Carne y Hueso, un ser indefenso que se convulsiona incontrolablemente y que es hallado en medio del lodo por cuatro nómadas que lo atan y lo golpean sin misericordia. La Madre interviene y es violada, una y mil veces, tras lo cual ella y su Hijo son descuartizados por los miembros de la tribu, mientras el ciclo de vida y muerte de la naturaleza prosigue inalterable.

miércoles, 2 de abril de 2008

The Stars Are Dead Now


Todos los colores dicen adiós;
la nada volverá a arrastrarme,
con cada puesta de sol…

Todas las estrellas enterradas
que he olvidado,
han construido mi forma,
mi existencia…

Me espera un espacio inanimado,
lleno de ilusiones terrenales…

La tristeza se extiende,
pero no sólo en el crepúsculo
y entonces, la angustia continúa…

El dolor sin tregua me conduce
sobre mi camino a la salvación.
no hay miedo a la sangre,
cuando el decaimiento interior anuncia,
que no existiré ya más;
en ninguno de tus ojos,
en ninguna estrella.