
Amo la oscuridad de tus ojos enormes,
Dulce beldad, mas hoy todo es gris.
Y, sin embargo, ámame con ternura materna,
aun si soy un maldito ingrato,
aun si un enfermo fuese;
Sé, mi hermana... Sé, mi amante
La efímera dulzura de un invierno glorioso,
de un sol sepultado.
Déjame el alma posada en tus rodillas
cuando bajo la hierba y la vegetación
enraicen mis huesos.