Te beso, fecundando tu tierra,
como las yemas de tus ramas
acarician mis hojas;
que germinan mudas,
con tu más dulce melodía.
Allá, donde el viendo
se desgarra con la cordillera.
Los surcos de mis huertas se abren
como mi pecho, amplio y tranquilo,
que muere, junto a tu íntima ladera.
Soy parte de tu niebla, de tu frío
tu tortura viva.