sábado, 31 de mayo de 2008

OblivioN


Y así es...
Que abracé las flores del ocaso,
recordé la lluvia
que alguna vez llorara
sobre paisajes anchos y grises...
Y pienso...
En los ríos desembocando
en las aguas de la muerte...
Aunque el olvido
es un llorar más que poderoso.
Tan majestuoso...
Tan frío...
Tan insondable...
Profundo.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Invocation

Canción, que escuchan en este momento....
Anti - Invocation (The Insignificance Of Life 2004)

[Taken from the Book "Necronomicon"]
ZI KIA KANPA (Zee-Kee-Ya-Kan-Pa)
ZI ANNA KANPA (Zee-An-Na-Kan-Pa)
ZI DINGIR KIA KANPA (Zee-Deen-Geer-Kee-Ya-Kan-Pa)
ZI DINGIR ANNA KANPA (Zee-Deen-Geer-An-Na-Kan-Pa)
Hear me, O Thou AGAKU!
Come to Me by the Powers of the Word MASHGARZANNA.
And answer my urgent prayer!
ZI KIA KANPAZI ANNA KANPA. . . .
ZI DINGIR KIA KANPA (Zee-Deen-Geer-Kee-Ya-Kan-Pa)
ZI DINGIR ANNA KANPA (Zee-Deen-Geer-An-Na-Kan-Pa)
Spirit of the Earth, Remember!
Spirit of the Sky, Remember!

Desolate Landscapes in my MinD, Black Metal in my HearT

jueves, 15 de mayo de 2008

Dios De La Eterna Obscuridad

Mis días son grises como el fuego muerto.

viernes, 9 de mayo de 2008

El Baile de los AhorcadoS


En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!

Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:
como un órgano negro, los pechos perforados,
que antaño damiselas gentiles abrazaban,
se rozan y entrechocan, en espantoso amor.

¡Hurra!, alegres danzantes que perdiste la panza,
trenza sus piruetas pues el tablado es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!

¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.

El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.

¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno...

¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio!

Y de pronto, en el centro de esta danza macabra
brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita y,
al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún.

Crispa sus cortos dedos contra un fémur
que cruje con gritos que recuerdan atroces carcajadas,
y, como un bufón se agita en su caseta,
vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.

En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.