sábado, 5 de mayo de 2007

† LA PIEL DEL PIOJO †


Estamos ante el siglo del oscuro testimonio de la muerte, de lo trágico, del desarme simplista de la castidad ermitaña, de la sombra que rodea a cada uno con sus medias verdades dispersas por doquier y subsistiendo en cloacas de puritanos mediocres y castidades blasfémicas; los de máscara negra gobiernan, imponen y cortan cabezas, unas dos o tres por semana, cual sermones en plazas putrefactas y cabizbajos soles de media tarde que se apoderan de la sangre para teñirse de su color y hacerla suya por el resto del día.
En éste rancio círculo habita Pedro, un verdugo cuyo escenario está por debajo de las 7 de la noche, el cielo es naranja y el tronco encima de la multitud, todos quieren ver rodar la cabeza de la joven que la encontraron fornicando con un caballo, la niña era enferma, era una aberración de la naturaleza.

Lo que la gente no sabe es que entre Pedro y la joven de cabello rubio hay una Historia que se las contaré ahora mismo. Acá donde estoy sentado viendo el escenario desde arriba, acá donde nadie me observa.

Ellos dos crecieron juntos, ordeñando a las cabras y haciendo quesos, la niña cuyo nombre no puedo decir siempre estuvo enamorada de Pedro, hasta que uno de esos eternos segundos decidió ir hablar con él.

Se lo dijo cantando:

Niño, deja pues que te bese ya que el amor que te tengo es infinito, deja que se deslice mi boca en tu fuerte tronco, bésame niño, bésame.
Pedro cayó a sus pies y juntos vivieron experiencias hermosas, que quedaran en la eternidad de ambos.

Una semana después de esto decidieron hilvanar sus pieles, atragantarse con sus alientos, entrar en sus cuerpos y no dejarse nunca más.
Pero el padre de Pedro entro en mal momento, Pedro salió del establo y ella quedo desnuda frente al gran caballo de pieles negras, del padre.

Ese es el resumen de lo que paso, pero vayamos directo acá. Hay movimiento en la plaza.

Veo como ella esta tendida en el tronco, la reconozco por su cabello rubio y su contorneada silueta. Él esta afilando la navaja de lo que será el fin de la joven. Ella no sabe que detrás de esa tela negra está Pedro, escondido en su uniforme, tragando su saliva una y otra vez.

Mientras tanto en la mente de Pedro:

Maldita sea, no se que hacer, tal vez hice mal al conocerla, maldita y malditos la vida y los segundos que deposité en ella… o amor mió, o amor mió, ¿Dime cómo no quieres que llore si pronto tu cabeza rodará por mi culpa?, el veredicto esta firmado, la historia esta escrita, tienes que morir esta día. Por una maldita confusión que yo e ocasionado, por una vil tontería que ya no podemos remediar, como me gustaría salir de esta plataforma, salir con alas de tu mano e irnos afuera de aquí. ¿Que hacer? ¿Que hacer amada mía? ¿Qué?

Fuera de la mente de Pedro:
Muerte¡¡¡ muerte¡¡¡¡¡ muerte¡¡¡ muerte¡¡¡¡¡
Así grita la gente envenenada con su nefasto deseo para brincar sobre su demencial burla, quieren ver con ansiedad la cabeza rodando de esa pobre y muy asustada joven.
La gente anhela entre cánticos desordenados, el juez da la orden, el buen Pedro agarra y empuña con todas sus fuerzas la navaja…

Dentro de la mente de la bella joven:

Esos ojos que me darán muerte los conozco, ya los he visto, sé de quien son, pero la locura me llena por saber la verdad, acaso… no! no puedes ser tú, mi amado niño de toda mi vida, ¿Te acuerdas cuando juntos batíamos la leche para hacerla queso? ¿Te acuerdas que hicimos? Nos besamos, nos embarramos de leche e hicimos el tributo a nuestro amor ante los ojos del cielo y los pasos del tiempo, ante la avaricia de mi cuerpo y la virilidad de tu alma. ¿Por qué no me defendiste? ¿Por qué no aclaraste todo?
Amor… Pedro, ¿Eres tú en verdad el que esta detrás de esa horrible máscara? ¿Eres tu amado niño mío?

Fuera de la mente de la joven:

La gente se desespera aun más y ella, la joven rubia empieza a gritar, la desesperación se posa. Las venas se incrustan con sus latidos en el fondo de sus huesos, el miedo a carcajadas bebe anticipadamente su sangre derramada por la que sus uñas se rompen en el gran tronco del hombre que sólo destruye de los muertos en vida que fabrican oscuridad y viven en ella y se hacen llamar “hijos de la luz”:

Pedro, no me mates por favor, Pedro, te amo, Pedro te amo. Él se desespera más aún y toda la gente lo ve y empieza a ver de un lado al otro, se pone nervioso, le tiemblan las manos y accidentalmente tira la gran navaja y cercena una de las piernas de la joven rubia y de perfecta figura, no hay nada que hacer, se miran a los ojos unos segundos, el silencio gobierna, pareciese que el tiempo a parado y las nubes han parido, pero rápidamente el joven agarra la navaja y corta la cabeza de un solo golpe.

El dolor ha terminado, la joven rubia y de perfecta figura a muerto, la cabeza rueda, la gente ríe, se regocija, baila, se estremece de fecundidad de bienaventuranza, el juez firma los papeles, Pedro, Pedro queda paralizado, siente que es su cabeza la que acaba de rodar.

Dentro de la mente del buen Pedro:

Escucho gritos de dolor, pero sé que has dejado de sufrir. O amada mía. Yo te he dado la paz de no llorar más y ahora sé que tu alma volará hasta arriba, hacia la dirección donde nuestro señor nos esta mirando con esa lupa gigante, yo te he dado la paz amada mía, yo te he dado la paz.
Fuera de la piel del Piojo:

Yo el gran científico veo con este microscopio a este piojo que estaba dentro de la piel del perro que estaba dentro de la piel del alacrán gigante.
Mientras tanto veo como una bella y diminuta joven sube con alas y se pone en mi mano izquierda, me sonríe, es rubia, ahora recuerdo quien es.
Eso no es lo importante, lo importante es que dentro de la piel del piojo, hay vida.

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